Todos los hermanos eran cobardes
Joseph Berna
Selina Lansburg regresaba de Eureka, guiando con seguridad al joven y vigoroso alazán que tiraba del bonito carruaje. Tenía que ir frenándolo, porque el caballo quería correr y ella no tenía ninguna prisa por volver al rancho. La tarde era cálida, soleada, luminosa, y Selina deseaba gozar del espléndido clima, prolongando su regreso. Tenía veintidós años, el cabello rubio, y los ojos color violeta. Era una joven sumamente atractiva, de las más bonitas y deseables que había en la región. Era, además, alegre y simpática. Encantadora de verdad. Sin embargo, no tenía pretendientes.
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spanish
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